29 de septiembre de 2008

Hay que revertir la debacle energética


Por Raúl Quiroga

Las empresas que se apropiaron de todo aquel potencial energético que teníamos a principios de los ‘90, están dando muestras de emprender la retirada. Seguramente, a causa de la escasa vida útil que se avizora en la mayoría de los yacimientos de la Argentina,

Hay excepciones, que aún tienen una reserva in situ importante. Son los casos de Cerro Dragón, en Chubut / Santa Cruz (petróleo), y Loma La Lata, en Neuquén (gas), donde la corruptela gubernamental prorrogó mucho antes de sus vencimientos y por más de 25 años los contratos de concesión. Pero se trata de los pocos yacimientos que quedan en actividad.

Ocurre que las petroleras a quienes el cipayaje le entregó nuestro subsuelo para su explotación, han provocado un permanente vaciamiento de los yacimientos. Y lo hicieron tan rápido como se lo permitieron las rocas porosas por donde se deposita el deseado oro negro.

Actualmente, Repsol esta destinando todas sus ganancias a invertir en Libia y en algunos países de Oriente Medio. Petrobrás, por su parte, se esta retrotrayendo a invertir en su propio país, Brasil.

Las corporaciones dilapidaron nuestros recursos, asistidas por un perverso sistema de transferencia de riqueza, que actualmente les permite la obtención de petróleo a un costo de U$S 10 el barril y que luego les compramos a U$S 45. Por otro lado, siguen exportando a valores internacionales y sin restricciones, a pesar de la creciente carencia que nuestro país tiene.

Desde la privatización de YPF, las compañías privadas produjeron 4800 millones de barriles de petróleo de nuestros yacimientos, que equivalen hoy a más de 470 mil millones de dólares. Con el gas, el saqueo es equivalente.

A pesar de esta riqueza extraída de nuestros yacimientos, los argentinos estamos mucho más pobres, y con las reservas de los hidrocarburos agotándose. La situación petrolera será mas critica en pocos años. Ya ha comenzado a manifestarse en la falta de provisión de las estaciones de servicio y en el aumento de los precios.

En el año 2007 se produjo un total de 37 millones de m3 (233 millones de barriles) de petróleo crudo y más de 50 mil millones de m3 de gas para consumo interno.

Nos preguntamos: ¿qué va a ocurrir cuando tengamos que importar esa misma cantidad de petróleo a valores que estacionalmente está en el orden de los U$S 120 por barril? Aún sin prever crecimiento alguno, significarían aproximadamente 28 mil millones de dólares para petróleo (a 120 dólares por barril) y como mínimo 13 mil millones de dólares para gas (a 7 dólares el millón de BTU). O sea algo así como 41 mil millones de dólares por año.

Ni hablar de los productos elaborados que están muy por encima de los precios que hoy tanto nos cuesta pagar en las estaciones.

El agotamiento de nuestros yacimientos; nuestras destilerías con más de 30 años sin actualización tecnológica o la nula inversión en la búsqueda de nuevos yacimientos, hacen que el panorama energético sea desolador

Al igual que la salvaguarda del agua y la soberanía alimentaria, las reservas de hidrocarburos a descubrir deben ser defendidas de la rapiña de las corporaciones y la complicidad de los funcionarios. Y deben ser defendidas por la militancia popular.

Ya que la insensatez de la dirigencia en materia energética es realmente grave, deben ser los sectores populares quienes tomen la iniciativa. Con la sola bandera de la soberanía nacional y por encima las cartas abiertas y de los ideologismos cerrados; que sólo sirven para esconder el alto grado de dependencia económica en que nos estamos hundiendo.

Porque estamos en el límite y el futuro empieza mañana.
Una Argentina independiente, impetuosa y con proyección latinoamericana es posible. La decisión es nuestra.

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