15 de junio de 2007
Batallas electorales IV (y de las otras también) (1968 -1969)
Por Cacho Mendoza
Como les venía comentando, nos enfrentábamos a una situación dura y difícil. Imagínense el cuadro los que no lo vivieron y hagan memoria los que estaban allí:
Presidente:
General Juan Carlos Onganía - Duro, inflexible, cursillista fundamentalista, antiperonista y anticomunista acérrimo
Gabinete:
Ministro de Economía - Adalbert Krieger Vasena (en realidad fue el segundo Ministro de Economía, después de una corta presencia de Jorge Salimei que no pasó el examen de las multinacionales y lo sacaron). Este Adalbert era —créase o no— el hijo de Suleyman Krieger, el banquero del General Félix Uriburu en 1930. Pero eso no era nada. Además de heredar las mañas de Suleyman, Adalbert era director de Minera “Castaño Viejo” y de Metalmina S.A., ambas con domicilio en Diagonal Roque Saenz Peña 567. La dos mineras eran propiedad de The National Lead Corp., monopolio minero gigantesco que opera en la Argentina desde 1917 y donde se juntaron los talentos y los capitales de Rockefeller y Morgan.
Mas claro echale agua: el ministro de Economía de un Gobierno de facto “nacionalista”… ¡¡¡era empleado de los yanquis!!! Y para muestra alcanza un botón. En La Nación del 3 de febrero de 1967 Krieger Vasena dio esta declaración: “Cuanto más comerciemos con los países europeos, más dólares tendremos para gastar en los Estados Unidos”.
Ministro de Defensa - Emilio Van Peborgh, quien ostentaba el grado de capitán de la Royal Air Force, en la que combatió voluntariamente en la Segunda Guerra. Además, era director de otro monopolio minero radicado en el país: Sominar S.A. (Adivinen a que país era más fiel).
Canciller – Dr. Nicanor Costa Méndez (sí, el de Malvinas, ¡que lo parió!) Era vicepresidente de Texas Instruments Argentina S.A, subsidiaria de Texas Instruments Inc. de Dallas, Texas. Y también era director de Field Argentina S.A. constructora de viviendas en gran escala (propiedad de Mr Conway y de Hirsh, gerente de Bunge y Born.
Embajador en EEUU – Ing. Alvaro Alsogaray. Sin palabras.
Ministro de Hacienda - Dr. Cesar Bunge. Titular de Bunge y Born.
Y así podríamos seguir con otros cipayos similares:
• Federico Frischknet (el “comunicador”) , Conrado Helbling (el encargado de los empréstitos), Rodolfo Guido Martelli( hombre de la empresa Ducilo de du Pont de Nemours en Argentina y también empleado de Nacional Lead , lo pusieron a liquidar todas las industrias químicas y siderúrgicas argentinas, como Presidente del Banco Industrial!!);
• Capitán de Navío Guillermo Rawson, designado presidente de ELMA por ser empleado de Mr Granville Elliot Conway, dueño de los buques petroleros de la compañía Tennesee, quien ganó todos los contratos de YPF de ahí en adelante).
Y todos estos nombres eran sugeridos por los principales asesores y amigos de Onganía: el Sr. Mario Hirsch, gerente de Bunge y Born y el recién mencionado César Bunge.
Este equipo, al servicio de los monopolios y del saqueo, ya había hecho casi todo el trabajo sucio: se limpiaron al General José Blanco de Fabricaciones Militares; se habían apoderado de ELMA (Empresa Líneas Marítimas del Estado); habían logrado la quiebra de Siam - Di Tella, y habían favorecido la compra de casi todo lo relacionado con la industria automotriz a favor de la Ford (con Mr Douglas Kitterman, gerente de Ford Argentina, como virtual dueño del país.
El caso del manganeso, de la soda solvay, del Chocón y otros negociados ya eran inocultables y provocaban recelos en las filas de la burguesía industrial mas “nacional” y de algunos jefes militares.
Por el lado de los sindicatos la cosa estaba complicada: al acercamiento del “Lobo” Vandor, Rogelio Coria, Francisco Prado, Juan José Taccone, Adolfo Cavalli y otros al gobierno militar, se sumaba la persecución y la limpieza que se habían propuesto con los sindicatos mas díscolos y rebeldes.
Ya habían puesto al margen de la ley a varios sindicatos y federaciones y, a raíz de la “racionalización” en los puertos, se desencadenó un proceso que llevaría las contradicciones a su máxima expresión.
A una semana de haber logrado hablar con Onganía, el secretario general de los portuarios, Eustaquio Tolosa, es detenido en una Asamblea, en una clara maniobra provocadora del Gobierno. Pero si eso era previsible, lo que no se entendía era la denuncia que elevan los dirigentes de la CGT —con Prado a la cabeza— contra los obreros portuarios que habían tomado la sede de Azopardo para solicitar la solidaridad de la entidad madre de los trabajadores argentinos.
Se desata entonces una seguidilla de intervenciones, suspensiones de personería, congelamiento de fondos a varias entidades sindicales. Azucareros, canillitas, trabajadores de prensa, químicos, telefónicos, entre otros, fueron objeto de persecuciones y represión.
En las fabricas se incrementaba el descontento. La presión de las patronales se hacía sentir gracias al respaldo del Gobierno. Empeoraban las condiciones de trabajo; los matones ya estaban en todas partes, controlando que no se hicieran asambleas ni reuniones no autorizadas; se anunciaba el aumento de la edad jubilatoria.
Los popes sindicales vivían de reunión en reunión con el secretario de Trabajo, Rubens San Sebastián, quien tenía que llevar una posición a la reunión de la OIT en Ginebra y no quería problemas, denuncias, huelgas ni movilizaciones.
En enero de 1968 el Confederal había decidido convocar a un Congreso Normalizador para sacar a la CGT de la crisis que sufría por haber levantado el Plan de Lucha de 1967. El Congreso para normalizar la CGT se venía suspendiendo día a día. No se animaban a convocarlo porque la bronca se había juntado y ya no controlaban la presión de las bases. Tampoco la protesta de los sindicatos y regionales de las provincias, que habían sido los principales perjudicados por las políticas económicas que decretaron la inviabilidad de las economías regionales: Tucumán con el azúcar, el Litoral con el tabaco, etc.
Frente a la disparidad de opiniones la Comisión Delegada para organizar el Congreso apeló a un nuevo ardid: citó a un concilio secreto a 15 secretarios generales, a los que llamó “notables”; entre ellos Vandor (UOM), José Alonso (Vestido), Félix Pérez (Luz y Fuerza), Ricardo De Luca (Navales), Bono (La Fraternidad), Uncal (Comercio), Horvat (ATE), Pepe (Unión Ferroviaria).
Las reuniones entre los popes y el Ministro de Trabajo no paraban: San Sebastián les prometía levantar las intervenciones, organizar elecciones que entregaran los sindicatos intervenidos a personajes afines. Devolver los fondos congelados. La presión del gobierno era muy fuerte y los “colaboracionistas” como ya los llamaba todo el mundo, se arrodillaban temiendo perder sus prebendas y sus negocios ligados a los sindicatos que todavía manejaban.
En reuniones celebradas con los 15, la Comisión Delegada propuso dos variantes para una misma maniobra que finalmente fracasó: postergar directamente el Congreso o convocarlo y, una vez constituido, pasar a cuarto intermedio por tres meses, si es que lograban controlarlo.
En una reunión en el local de ATE, un grupo importante de dirigentes nacionales e intermedios, tomamos la decisión de no permitir mas la postergación del Congreso y que este debía sesionar de inmediato para llevar la solidaridad a los ferroviarios y a los portuarios en lucha. Y además se decidió no permitir la maniobra de impedir la participación de los sindicatos que estaban intervenidos. En esa reunión unieron sus fuerzas tres de los gremios de la Comisión de los 15: ATE (Horvat), Unión Ferroviaria (Pepe) y Navales (De Luca) y de esa manera se pudo tomar la decisión de llamar al Congreso.
La noche del 4 de marzo de 1968, nos juntamos en un asado mas de 50 militantes sindicales y de la Resistencia para festejar y prepararnos para el Congreso que debía sesionar del 28 al 30 de marzo.
Les aseguro que no fue nada fácil.
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