20 de abril de 2008
¿Techint es una empresa argentina? (Nota 2)
Por Cynthia V. Lana
“Todo viene a parar en que el abastecimiento de las Américas está en manos de una docena de casas matrices de Cádiz y otra docena de Londres y Nueva York. Este monopolio es el peor, el más ruin y limitado. La consecuencia es que los americanos se ven precisados a comprar a precios enormes todo lo que se les quiera vender. Y por supuesto compran los pudientes. Y además esto nada fomenta la agricultura ni las manufacturas, que son la riqueza nacional de todo país".
Bernardo de Monteagudo (“El Censor”, 18 de diciembre de 1812).
Según la definición clásica de John Kenneth Galbraith, la ventaja de las empresas transnacionales consiste en dos rasgos fundamentales: en el aprovechamiento de las asimetrías entre el país de origen y los países receptores de la radicación de capital y en la expansión de sus actividades al sector financiero.
Para ello, —decía Galbraith en 1967— las empresas deben imponerse primero en la competencia al nivel nacional, pues del éxito en ese espacio depende su expansionismo.
Actualmente, el esquema de funcionamiento ha cambiado en algunos aspectos. Como lo señala Samir Amin, “antiguamente había transnacionales norteamericanas y un estado norteamericano; transnacionales británicas y un estado británico; transnacionales francesas y un estado francés; transnacionales belgas –las más pequeñas– y un estado belga. Sin embargo, hoy existen simplemente transnacionales, mientras que no existe un estado que las integre”.
La asimilación entre lo político y lo económico, que caracterizó a las potencias dominantes del mercado mundial desde el surgimiento del imperialismo, vive su período de extinción histórica. Hoy ya no se puede hablar del imperialismo como proceso integrado, sino de los imperialismos; es decir, centros capitalistas transnacionales dominantes en estado de conflicto, dentro del cual los estados nacionales —aún de los países centrales— cumplen un rol subalterno.
Diseminación e instrumentos políticos
Sin embargo, no ha desaparecido la necesidad de una gestión económica común del mercado mundial por parte de las transnacionales. La diferencia con el pasado reciente es que no hay un instrumento político centralizador para llevarla a cabo. El G7 y otros intentos por el estilo no han resultado particularmente exitosos.
También en este punto, acudimos a la insuperable definición de Samir Amín: “El capitalismo está hecho de contradicciones y toda empresa capitalista se encuentra al mismo tiempo asociada pero también en conflicto con el vecino, pero esto no les impide tener intereses comunes. Están en conflicto mercantil, yo diría, en competencia permanente, pero también tienen intereses comunes y son estos intereses comunes la nueva base del imperialismo colectivo”.
De Bolívar a la UIA
Las transnacionales dominantes en nuestro subcontinente están intentando convertir al MERCOSUR en un instrumento de las características señaladas; en un integrador político regional de su gestión económica común.
En esa sintonía parece expresarse el comunicado que la Unión Industrial Argentina (UIA) —controlada por Techint— distribuyó hace unos días, en torno a la posible nacionalización de la empresa Sidor por parte del gobierno bolivariano de Venezuela.
Dicho texto “reconoce los esfuerzos que está realizando el gobierno argentino tendiente a defender el proyecto Terniun Sidor, proyecto que materializa en forma exitosa la política de integración entre la Argentina, Brasil y Venezuela”.
Pero más que integración, diríamos que “el proyecto” Terniun Sidor constituye un clásico sistema de transferencia de riquezas: se vende barato el acero a sus propias empresas en el exterior para luego importar, mucho más caro, los caños sin costura (que son fundamentales para la industria petrolera venezolana). Se trata de un “valor agregado” que se genera en el propio proceso productivo y gracias a que la empresa transnacional desarrolla las distintas etapas en distintos países.
Este es el sistema de negocios que alberga la tendencia neodesarrollista, surgida en América Latina como resultado de la crisis neoliberal. Proceso que lideran los mismos monopolios que se cobijaron en la ortodoxia monetarista o la desnacionalización del aparato productivo y que ahora, según Claudio Katz, “manteniendo aceitados vínculos con el capital financiero, promueven cursos más industrialistas para favorecer el desarrollo de las nuevas transnacionales ‘Multilatinas’ (como Slim, Odebrecht, Techint)”.
“Estas compañías —continúa Katz— lucraron con las privatizaciones, pero ahora priorizan los negocios industriales y jerarquizan el mercado regional”.
La hora de las decisiones
Tras el anuncio de la nacionalización de Sidor, Techint amenaza con encabezar un boicot a la industria petrolera estatal de Venezuela, dejando de venderle ese insumo estratégico, al tiempo que advierte a la Argentina sobre las consecuencias que tendría su retiro en el marcado laboral. Lo cual motivó una comprensible preocupación en la conducción de la Unión Obrera Metalúrgica, al punto que sus dirigentes enviaron una carta al presidente Hugo Chávez abogando por la transnacional.
También la presidenta Cristina parece haber tomado cartas en el asunto, con el objetivo de salvaguardar los bienes de “una empresa argentina”.
Pero como hemos visto en estas notas, Techint no es una empresa argentina. Tener esto en claro significa, nada menos, que darle al MERCOSUR la categoría de proyecto reunificador de la Patria Grande y no de simple ampliación de los mercados laboral y de consumo a las transnacionales integradas y diversificadas; que son centros dominantes del diseminado imperialismo actual.
Por ello, dependerá de los líderes de la región saber implementar las políticas capaces de cimentar la esperanza en nuestros pueblos o mantener el actual status quo que, tarde o temprano, se revelará como una nueva decepción.
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1 comentario:
es imortante ver que se esta en un punto de decisiones, es unja lastima que el escenario argentino no es el mejor cuando sectores gorilas se encuentran movilizando las usinas antipopulares, lo de paraguay el día domingo no deja de ser un dato de un pueblo que quiere poner en valor su cultural frente a los caprichos del capital.-
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