17 de julio de 2007

Un pronóstico de mal tiempo


Por Sergio Crescini

Así como en una publicación anterior llamábamos la atención sobre la mendocina Beatriz Nofal, —mencionada como probable ministra de Economía del futuro Gobierno Nacional, merced al apoyo brindado por algunas poderosas entidades financieras internacionales—; creemos oportuno detenernos, ahora, en el actual embajador argentino en España, Carlos Bettini.

A Bettini también se le pronostica un promisorio futuro: nada menos que la Cancillería del casi seguro mandato de Cristina Fernández. Del mismo modo que sucede con Nofal, a Bettini se le reconocen importantes relaciones e influencias en algunas multinacionales con casa matriz en España. De estrecha relación con el ex presidente español Felipe González —quien lo habría hecho nombrar en Aerolíneas Argentinas, a poco de que la ex empresa estatal se transnacionalizara— , Bettini ha recibido algunas denuncias por la incompatibilidad de sus funciones en el Estado con las actividades de lobbista.

El embajador ya sabe de los riesgos y beneficios que ofrecen los pasadizos del poder estatal en Argentina. Fue asesor en el Ministerio de Justicia de los ministros menemistas Jorge Maiorano, Rodolfo Barra y Elias Jassán y consultor del procurador General de la Nación, Nicolás Becerra, bajo la presidencia de Carlos Menem (pero también con Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde y el actual presidente, Néstor Kirchner).

En este último cargo, también mostró buenas condiciones de lobbista. Como cuando le tocó hacer “ingeniería política” (antes le decíamos rosca) en favor del ex cuñado presidencial Emir Yoma, detenido durante 2001. Así lo informaba Página 12 del 1 de octubre de aquel año: “…cuando le tocó a Emir ir a prisión, uno de los colaboradores más cercanos de Becerra, Carlos Bettini, se había reunido con Julio "Coco" Ballestero (N de R: abogado de Yoma y hermano de Jorge Ballestero, entonces titular del Juzgado Federal 2) en el bar La Biela. Bettini no es un desconocido para los Yoma —decía Página en aquellos años—; prueba de ello lo da su inclusión en la lista de invitados al casamiento de Amira”.

Patricia Bullrich, la dirigente saltimbanqui que alguna vez compartió gabinete con Bettini, ha sido de las más críticas y de las primeras en pronunciarse al respecto. Al comentar la designación de Bettini en España, Bullrich lo definió como "un lobbista de empresas españolas en Argentina".
Dando mayores precisiones, Bullrich afirmó que durante su gestión en la Secretaria de Asuntos Penitenciarios del gobierno de la Alianza, denunció a Bettini "por intentar influir para que se continuara con las licitaciones de las cárceles de Mercedes, Santa Fe y Salta", que habían sido anuladas.

El 20 de diciembre de 1999, en efecto, el entonces ministro de Justicia, Ricardo Gil Lavedra, le redactó la denuncia a “La Piba”, alarmada por la oferta de cohecho que, según ella, le insinuara Bettini esa misma mañana en sus oficinas de la calle Sarmiento 329 de Buenos Aires.
De acuerdo a la misma, Bettini habría estado operando en nombre de Dycassa, empresa española propiedad de Florentino Pérez —poderoso dirigente del Real Madrid— que por entonces contaba, en la Argentina, con los servicios jurídicos del no menos inquieto Roberto Dromi.

“No soy lobbista, ni lo fui. Ni soy representante de empresas, ni lo era... Conozco gente en las empresas españolas porque he vivido muchos años en España", respondió insuficientemente Bettini.

En estos días en que —a partir del affaire Picolotti y la renuncia de Felisa Miceli, fundamentalmente— se envalentonan con denuncias las páginas de la prensa comercial, sería importante apuntar la discusión no sólo hacia la corrupción y los corruptos sino, también, hacia los corruptores y las fuentes de financiamiento de todos ellos. Lo cual permitiría visualizar mejor la crucial diferencia entre gobierno y poder; entre los que ordenan y los que ejecutan en la política de Estado en un país semicolonial como la Argentina.

Pues éste es el talón de Aquiles de todo republicanismo periférico; donde el pueblo elige a sus representantes siempre en los estrechos límites que imponen las ofertas de gobernabilidad autorizadas por los monopolios del capital imperialista y sus agentes locales. Por eso, sólo cuando el bloque dominante se resquebraja por sus contradicciones internas pueden colarse algunos contenidos nacionales entre las grietas del simulacro electoral.

Por el contrario, la mayor parte de las veces, los distintos sectores que componen dicho bloque instalan funcionarios en cargos ejecutivos que sirven a sus intereses, dictando medidas convenientes a la lógica de su hegemonía. Como Nofal y Bettini, por mencionar algunos ejemplos sueltos.

1 comentario:

Julio Fernández Baraibar dijo...

Felicitaciones por la nota. Coincido con vos en que al cosa se está enrareciendo. Para no hablar de la posibilidad de Blejer y Timerman,
Julio Fernández Baraibar
fernandezbaraibar.blogspot.com