1 de julio de 2007
Corazones intimidados
Por Sergio Crescini
"Al final, la cosa pública quedó en las peores manos: en manos de los hombres con cerebros marchitos y el corazón intimidado".
Juan Domingo Perón
“La historia no es precisamente un lugar donde ocurren cosas agradables”.
Jorge Abelardo Ramos
La mendocina Beatriz Nofal es la presidenta de Desarrollo e Inversiones del Ministerio de Economía de la Nación. Fue impulsada por la primera dama para el cargo y en el esquema que hoy inflan en la Casa Rosada suena como futura titular del Palacio de Hacienda, en reemplazo de Felisa Miceli, en el próximo gobierno (que al parecer será pingüina).
Como Virginia Slims, esta muchacha ha recorrido un largo camino ya. Fue diputada nacional y subsecretaria de Industria y Comercio, durante la presidencia de Raúl Alfonsín. También estuvo vinculada al Banco Interamericano de Desarrollo; al Banco Mundial y a la empresa Nobleza/Piccardo.
Su declarado amigo Julio Cobos, el gobernador de Mendoza, dijo recientemente que "tiene una visión muy acertada de cómo está hoy el país y qué necesita", haciendo un implícito reconcimiento de su participación en el lobby que intentará sentarla en la oficina de Felisa.
El pasado 21 de junio, Nofal aseguró que "es importante" cerrar un acuerdo con el Club de París para incrementar el flujo de inversión extranjera y admitió que Argentina tiene que dar "mayor certidumbre regulatoria a nivel microeconómico" para las empresas.
Como se sabe, el Club de París, es un foro informal de acreedores oficiales y países deudores. Como una especie de Celestina de la usura, coordina formas de pago y renegociación de deudas externas de los países y los grandes chupasangre del sistema financiero internacional.
Su creación tiene bstante que ver con los cipayos argentinos: su primera reunión informal data de 1956 cuando el gobierno de los fusiladotes estuvo de acuerdo en efectuar un encuentro con sus deudores públicos.
De qué hablamos
Cabe aquí hacer una pausa y ver cómo ha sido el desarrollo en la salida de la crisis de 2001; cómo ha sido el comportamiento de los inversores; qué y cuáles son las causas que han producido el crecimiento en los últimos seis años, etc.
Creo, sin temor a equivocarme, que la complementación de factores favorables a nivel internacional (como la suba en el precio de los commodities, de los cuales Argentina es un productor privilegiado), así como la baja de los salarios producida por la pesificación, fueron los ejes de la salida de la crisis. Sin dudas hay varios factores concurrentes mas; pero en ningún punto el sistema financiero internacional y los fondos de inversión —que drenan la capitalización interanual hacia los centros financieros— han contribuido en medida alguna al mejoramiento y crecimiento económico nacional.
Sin embargo esto no amedrenta a la buena de Beatriz. "El país esta comprometido en resolver el problema lo antes posible, eso nos facilitaría el acceso al financiamiento de las agencias de desarrollo de los países desarrollados", dijo ante la complacida mirada de los asistentes al Precoloquio del Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA).
Los cerebros marchitos
Estamos asistiendo a la resurrección de los gurúes económicos ultramediáticos de los noventa. Son los mismos que pronosticaban bienaventuranzas para la Argentina tras las privatizaciones, la dolarización, el mercado, los capitales extranjeros, etc
Esta nueva avanzada de los viejos oportunistas y traficantes de influencias, encuentra escasa resistencia. Prueba de esto es ver cómo se esta instalando, nuevamente, el acicate de la así llamada “competitividad” —se habla de que la desocupación o el trabajo en negro persiste por la escasa capacitación de los trabajadores argentinos—; la confianza ciega en la inversión extranjera y una sumisa aceptación de condiciones ante la extorsión inflacionaria.
Por lo visto, la posibilidad de que Beatriz Nofal llegue a la cartera económica parece dejar sin chances a los sectores dinámicos de la sociedad que aguardan una verdadera definición económica de corte nacionalista popular; un auténtico “plan económico” que ponga en valor la articulación del sistema productivo para el mercado interno, en base a la justa distribución de los recursos y un horizonte laboral integrador.
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