2 de mayo de 2007

Un día muy particular


por Gabriella Ravanelli

Domingo, 6.30 hs. AM

Cuando Mendoza aún no despierta, ya se ha puesto en marcha una cadena de engranajes aceitados con los mismos vicios a la que este “sistema democrático” parece tenernos acostumbrados. Una farsa más, un entramado más de corrupción y clientelismo, despunta con los primeros rayos de sol.

El intenso tránsito de micros y traffic despista las miradas ingenuas; no es tiempo de Vendimia ni es el boom del turismo interno: es el día de las elecciones internas del PJ. La industria del clientelismo punteril y las empresas de transporte viven un día muy particular.

8.30 hs. AM / 18 hs. PM

Una vez más, los excluidos —de siempre y de todo— son transportados, amontonados en micros, combis y camiones; mientras se les embarga, con los propios mecanismos intimidatorios del hambre, una de las pocas posibilidades de elegir que aún les queda.
Obligados a votar y, muchas veces, a delinquir con espureas “cadenas”, recibirán, al salir del cuarto oscuro, las migajas de aquellas ingentes sumas conocidas como recursos de campaña, contraentrega del sobre sellado y firmado por las autoridades de mesa, que debieron sustraer y esconder en el bolsillo, para instalar candidatos —figuritas repetidas convenientemente acicaladas— que nadie eligió y que, en su propuesta general e ideología, nadie conoce.

Cada dos años, miles de hombres y mujeres que ya no esperan nada de los partidos políticos demoliberales son reclutados por los aparatos para volver a ser depositados, al final del día, en la misma reclusión y marginalidad donde, con suerte, sobrevivirán hasta las próximas elecciones.

¿Y la democracia?

Las internas partidarias, formalmente “abiertas” pero cada vez más cerradas y condicionadas por las prebendas y sobornos en los hechos, tal como están concebidas no involucran ideológicamente a nadie, salvo a los acólitos de la partidocracia parásita.

¿Por qué si en las internas partidarias se definen los candidatos que se presentarán en las elecciones generales no tienen el mismo carácter obligatorio de éstas? (Convengamos que es una ingenuidad pensar que, con el actual panorama de tejido social disgregado por tantos años de individualismo y con el descrédito que los dirigentes han cosechado, haya una espontánea participación popular en una elección partidaria).

¿Por qué debemos llegar siempre a una elección general con la sensación de estar jugando una partida con las cartas marcadas por los tramposos de siempre?

Habría que preguntarse, entonces, a quién le resulta funcional un sistema de selección de candidatos que no cuenta con la masiva participación de la ciudadanía.
Las elecciones partidarias deben ser OBLIGATORIAS y el régimen electoral debe garantizar que todas las expresiones gocen de condiciones y posibilidades similares, para que la elección no quede en manos de “aparatos” y “operadores” políticos y el día de las elecciones generales las opciones sean legitimas y no solamente legalizadas, paradójicamente, por la estafa de la interna.

Y tal vez así puedan surgir nuevas corrientes políticas capaces de romper el corset semicolonial que asfixia a nuestros pueblos merced a la funcionalidad de un sistema electoral restringido y basado en la interacción de la miseria y el clintelismo.

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