16 de julio de 2008

El camino del General Mosconi


Por Raúl Quiroga

Especialmente en estos días, en que el enfrentamiento entre el oficialismo y las entidades rurales parece monopolizar la información, toda discusión sobre el petróleo y los recursos energéticos parece ser ajena al interés público. Algo así como un cuestión que, de tan técnica, concierne sólo a los especialistas.

Sin embargo, tanto el petróleo como el gas, la electricidad, el uranio o las denominadas “energías alternativas”, constituyen una agenda impostergable de la política. Y no hablamos sólo de proyectos; sino de políticas que cuenten con una activa participación popular.

Porque la generación de energía debe estar orientada al uso y disfrute de la sociedad en su conjunto. Es que toda la actividad desplegada a diario por nuestro pueblo está relacionada con la producción energética. Desde los plásticos o el material sintético hasta la medicina o las comunicaciones: una multiplicidad incontable de elementos de uso cotidiano dependen de la la generación de energía.

Una brújula nacional

En los países mas avanzados del mundo la matriz energética respaldada en el gas y el petroleo es del 70 por ciento. En cambio, en la Argentina es del 90 por ciento; lo que permite suponer que quienes manejen la energía en los próximos años no sólo tendrán en sus manos un excelente negocio sino, también, las llaves de toda estrategia económica y poder político.

En nuestro país, desde 1907 hasta 1993, este vital recurso fue controlado por el Estado Nacional. Por ello —merced a la renta obtenida por la administración centralizada— se pudo crear la estructura energética que disfrutamos actualmente. Es decir, gracias al control del Estado Nacional se pudieron construir, en ese periodo, la casi totalidad de los diques y represas con que cuenta el país; así como la inmensa mayoría de sus gasoductos y oleoductos.

Además, con la renta energética se construyeron escuelas y hasta nuevos pueblos, en lugares en los que parecía imposible.

En otras palabras: se adoptó un horizonte petrolero de carácter autocentrado y con la mira puesta siempre por sobre una capacidad de reserva no menor a los 20 años. Aún durante los gobiernos ajenos a la voluntad popular y en las dictaduras, este horizonte permaneció inalterado.

Actualmente, las reservas de nuestro país apenas si llegan a los 7.4 años; ya que las grandes empresas trasnacionales del sector que operan en nuestros yacimientos —al tiempo que perfeccionaron y agilizaron la extracción del crudo— no realizaron inversiones en materia de exploración y perforación.

Esta irracional extracción está empezando a revelarse en las estaciones de servicio; al tiempo que en ámbitos oficiales se habla, cada vez con mayor insistencia, sobre la posibilidad de importar gas oil.

Recuperar el timón

Estamos en un punto límite. Es necesario recuperar el manejo de nuestros recursos. Especialmente en este momento de incertidumbre en cuanto a los valores internacionales, ya que la tendencia indica que no mas allá del finales de este año el barril de crudo va a superar los U$S 200.

El General Enrique Mosconi sostenía que para defender los yacimientos argentinos de las compañías extranjeras, era necesaria "una magnífica insensibilidad a todas las solicitaciones de los intereses privados —concordantes o no con los intereses colectivos—; pero, sobre todo, hace falta un poder político capaz de contener todas las fuerzas opuestas".

“Resulta inexplicable —decía— la existencia de ciudadanos que quieren enajenar nuestros depósitos de petróleo acordando concesiones de exploración y explotación al capital extranjero, para favorecer a éste con las crecidas ganancias que de tal actividad se obtiene, en lugar de reservar en absoluto tales beneficios para acrecentar el bienestar moral y material del pueblo argentino. Porque entregar nuestro petróleo es como entregar nuestra bandera”.

Es hora de retomar su camino.

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